Durante siglos, el territorio donde hoy se encuentra Israel ha sido disputado por tres religiones: la Judia, la Cristiana y el musulmana, ya que parte de su fe es conferida al carácter sagrado de este territorio y más aun cuando Jerusalén, capital de este país, es considerada cuidad santa y residen en ella símbolos religiosos tradicionales de cada una de ellas.
Éstas religiones basan sus creencias en murallas de piedra, en edificios de cemento y oro, que lo sólo bloquean sus mentes en vez de dejarlos fluir espiritualmente; los encajan, los reprimen, los cierran a una sola verdad. A través de la historia símbolos míticos como el Santo Grial, el Muro de los Lamentos o la mezquita de Al-Askari, los han hecho crear a su alrededor una atmósfera radical que los lleva a matar, y es así como creer de esta forma en una religión, se puede convertir en una decisión peligrosa en vez de ser un purificador de almas.
Éstas religiones basan sus creencias en murallas de piedra, en edificios de cemento y oro, que lo sólo bloquean sus mentes en vez de dejarlos fluir espiritualmente; los encajan, los reprimen, los cierran a una sola verdad. A través de la historia símbolos míticos como el Santo Grial, el Muro de los Lamentos o la mezquita de Al-Askari, los han hecho crear a su alrededor una atmósfera radical que los lleva a matar, y es así como creer de esta forma en una religión, se puede convertir en una decisión peligrosa en vez de ser un purificador de almas.