miércoles, 1 de octubre de 2008

La fe, una moneda de dos caras

Cuantas veces no creemos que la fe, una fe profunda que nos haga seres espirituales, nos hara mejores personas, hara de nuestras sociedades, unas comunidades màs sanas y por consiguiente a nuestras ciudades centros de paz y armonia. Pero què pasa cuando esa fe es fundamental y sus fieles son fanaticos, còmo se vuelven esas sociedades, què pasa con las ciudades.

DESDE DONDE SE VEA


La imagen nos muestra una ciudad de noche, pero la pregunta es qué ciudad?. La ciudad que se nos muestra parece un suburbio oscuro, talvez lúgubre y peligroso, una casa sobre otra, apartamentos bajos, pero son las acaso las ventanas empaques de regalo, el regalo de quien se encuentra adentro, como si el pintar quisiera que no nos dejáramos llevar por las apariencias, sino que ahondáramos por la ciudad no real, la ideal, la imaginada la que subyace a las que se nos muestra.


Aquella de colores fuertes parecer no tener simétrica, edificios recostados uno sobre otro, pero como una pista se nos debela la sombra de la cuidad que se encuentra tras, una ciudad de edificios estilizados, altos y rectos, como invitándonos a hallarle belleza a aquella que se muestra oscura, como si se buscaran intercambiar, talvez de la frente a la sombra sea un regalo que descubrir mientras, a la de atrás que se configura bella a la luz no sea más que una imagen hueca, como las personas, no juzgar por lo que vez sino hallar el lado de la luz desde donde nos muestre su verdadera belleza.